sábado, 31 de octubre de 2009

Donde las calles no tienen nombre

Te encuentras dentro de un árbol con sus grandes brazos, piernas, y con una copa frondosa y hermosa, donde allí dentro te sientes calido y arropado, pero llega el momento de salir, de conocer, de aprender, de abrir los ojos.

Sales lentamente, tus movimientos aun son muy toscos y te cansas fácilmente, tampoco puedes abrir los ojos, pues te aria mal la luz del sol, no puedes escuchar, de tanto tiempo estar encerrado, tampoco puedes oler, pues aun tienes impregnada en la nariz, el dulce olor de las flores de tu árbol.

Decides, aspirar fuertemente con la nariz, y sientes un olor hediondo y repulsivo, vuelves a intentarlo, y sientes olor a sangre, a ira, a muerte.

Ya estas mas acostumbrado, y ahora haces un poco de fuerza, para poder oír, lo que ahí afuera te espera, y sientes unos rasgados, que te producen dolor, haces un poco mas de esfuerzo, y empiezas a oír el sonido de las balas perforando corazones de personas, de hombres y mujeres, de niños como tu, y entre todo el sonido de las balas, sientes los llantos y gritos de desesperación.

Abres lentamente uno de tus delicados y brillantes ojos, y te encuentras, con que una familia esta siendo asesinada brutalmente, por tener creencias diferentes, por tener ideas deferentes a otros, por ser de otra raza diferente a la de ellos.

Al ver eso, sientes mucho miedo, pero no puedes volver atrás, no queda más opción, abres el otro ojo, y ves una tierra con millones de habitantes siendo arrasada por una bomba nuclear.

La desesperación, y el miedo, se forman bruscamente en ti, empiezas a llorar, a gritar, a pedir ayuda, pero nadie te escucha, simplemente porque no queda nadie en pie, todos han muerto, y empiezas a sentir que estas solo completamente.

Decides andar, para poder buscar refugio, o encontrar a alguien que allá sobrevivido, pero tu cuerpo no da para mucho, no estas acostumbrado a la gravedad.

Te encuentras con un topo, y el te empieza a hablar, te quedas sorprendido, y a su vez, feliz, por que ya no te sientes solo.

El te empieza a contar una historia, sobre un lugar, donde las calles no tienen nombre, donde no ahí distinciones entre razas, donde las razones no tienen explicación, y tus ojitos empiezan a brillar de nuevo, pues se habían apagado después de ver la crueldad, la masacre, y el fuego de la ira entre los seres humanos.

El topo te pregunta, ¿Quieres venir conmigo?
a lo que tú respondes con gran decisión: si, llévame.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Ella

Cuando, limitada por mi propia incertidumbre, mi mente se desquicia
y cuando mis ojos perdidos no pueden sostener una mirada calmada,
cuando mis pulmones carrasposos, se ahogan en la atmósfera viciada
y cuando mis doloridas manos sueltan la vida ferozmente aferrada.

Cuando relajo mis pasos y miro más allá de mi propia desgracia
me doy cuenta que he sido un niño malcriado, llorando
por un juguete roto, sin querer darme cuenta que una caída
solo es una nueva oportunidad para seguir poco a poco mejorando
caminando, solo si es necesario, haciéndose grande y fuerte
pero soy, siempre lo he sido, bastante inconstante e impaciente.

Así, mientras el día avanza, con mi cabeza dando vueltas,
con las manos temblorosas, los ojos vidriosos y las piernas sueltas
la lúcida calidez de su razón atraviesa mi estado de espera
y lentamente, sin pausa, me saca de estas eternas noches en vela.

Susurra motivos y razones, conflictos y soluciones
pero hasta que no lanza una flecha directa,
que seria capaz de hacer añicos cientos de corazones
no me hace ver que está al alcance la meta.

Ahora, cuando mis demonios me hablan, aprendo a callarlos
cuando me gritan mis inseguridades, las aferro fuertemente
y las utilizo en mi favor para al llegar a los obstáculos saltarlos
usando, corazón, cuerpo, espíritu, esperanza y mente.

Así, titubeando como un bebé que aprende a caminar llego hasta ella
sin saber si será capaz de sostenerme, y darme el cobijo necesario
o si seré demasiado complicado para que pueda estar presente, aquí
y se vea arrastrada, por la vorágine como si fuese un caudaloso río.

Segunda victima de un solo corazón, o primera enfermera para las múltiples heridas.

Historia de un amor con melodia

Estas cansado, tienes sueño, pero no puedes dormir, necesitas de ella, por tu cabeza pasan muchísimas cosas, necesitas estar despierto, necesitas escribir, necesitas interpretar lo que tu cabeza te dice a ti mismo, te tiras horas y horas tratando de descifrar que es lo que ocurre, pero no consigues avance ninguno, el sueño empieza a afectar a tu estado de animo, estas cayendo poco a poco en un hoyo sin fin, de una oscuridad capaz de engullir incluso a la mas brillante estrella, te coges con tus manos a las paredes para no caer, pero no es suficiente, y caes al precipicio, poco a poco esa oscuridad te va cegando, dejas de sentir, de pensar, tu mente se ah muerto por un instante. En el ultimo aliento, en el ultimo suspiro, ves algo, esta borroso, pero atrae tu curiosidad, empiezas a sentir de nuevo, tu corazón late cada ves mas rápido, sigues fijamente viendo ese rincón, y ahora además ves una silueta con una forma curva, muy suave, y que poco a poco se vuelve recta sin fallo alguno, vuelves a poder pensar, tu cabeza empieza a reaccionar, y el objeto misterioso se revela ante ti, producto de tu deseo, as descifrado, lo que tu mismo inconcientemente deseabas, era el llamado de la guitarra. Pidiéndote que la mimes como aquellos maravillosos años, donde erais como una pareja de enamorados, ella te ruega, te llora, te suplica que las melodías, las notas, los sonidos que pasan por tu cabeza, los interpretes tocándola a ella, con tus largos y lúgubres dedos, que toques sus finas cuerdas, para producir un sonido, capaz de pisotear al silencio, como si de David y Goliat se tratara, capaz de sinfín de ritmos, melodías tan suaves y calidas como las sabanas de seda, pasando por las melodías mas duras y tristes, capaces de rasgar la carne, músculos y huesos de tu cuerpo, con solo sus vibraciones, que pasan a através de tus oídos y producen una sensación de placer tanto en tu cerebro, como en tu corazón....

El Baúl de la miseria

En el baúl de la miseria hay un cuento por contar, un sinsentido que explicar, una sorpresa que desvelar.
En el baúl de la miseria hay una cuenta que saldar, unas piernas que amputar y una sonrisa que dibujar.

Entre palabra y palabra fluyen pensamientos, imágenes y versos, olores y sonidos. Entre grito y grito se esconde aquel machete, manchado por la tinta de un corazón sin vida.
Andan descalzos recorriendo aquellos lugares, pisando tierra, arena seca, y afiladas piedras. Andan descalzos reclamando platos huecos, deseando un poco de agua, buscando una mirada.

Mendigan por el calor de una tierna velada, de una simple promesa, de una mera palabra. Que los separa más allá de las fronteras, del frío contacto de huesos con huesos, del frío contacto de unos labios secos. Que no se busca en el baúl de la miseria, cubre agujeros con aquellas telas, cubre los ojos con finas vendas.

Explican y explicaron que unos pasos perdidos llevaron a su encuentro, que el abrazo que se dieron se clavó en las costillas y que en plena despedida se desangraron las lágrimas.
En otros cuentos dijeron que no eran más que un sueño, que aquellos huesudos cuerpos tan sólo eran fruto de la imaginación de unos, que no existían, que estaban huecos. Pero para pasos perdidos el espejismo se congeló, la verdad apareció y un escalofrío lo recorrió.

En el baúl de la miseria hay una historia más, algo que recordar, una botella que destapar.

lunes, 26 de octubre de 2009

Reflexión

Era una noche fría y oscura, la cabeza le dolía, el alcohol había causado estragos en sus pensamientos y estos insistían en rodar a la deriva en su onírico mar, terminaba otro día más, triste, gris, como tantos otros había conocido antes y conocería más tarde.

Los ojos le escocían, pues había estado recordando tiempos mejores, y eso siempre inevitablemente le hacía llorar, ya no se hundía en el océano tormentoso que formaban sus recuerdos, pero uno especialmente le tocaba el interior. El recuerdo de ella, esa persona que lo había entendido, lo comprendia y que había dado su propia vida por salvar la de el pobre infeliz que la recordaba como a un ángel espectral que aun a veces invadía sus sueños. Esa noche, sin embargo, sabia que ella no vendría, nunca venia en las noches de borrachera, ahora casi no las tenia pero hubo un tiempo que fueron muy frecuentes, demasiado incluso.

Sin embargo desde hacía un tiempo, había cambiado su vida, estaba menos triste y tenia ganas de pelear por lo que quería, necesitaba cambiar, eso es cierto, nunca acabaría acostumbrándose a que sus pies se enraizaran en un solo lugar, pues siempre se le acababa haciendo pequeño. No obstante pasaban cosas últimamente que le hacían ver la vida de otro modo, volvía a tener la esperanza perdida antaño, se volvía a sentir en parte niño, aunque había pasado ya el cuarto de siglo, y ella estaba allí de nuevo, con otro nombre diferente y otro cuerpo, en otro tiempo, pero con esos ojos severos y profundos para perderse en su sabiduría, y esa luz que cegaba si la mirabas fijamente, y ella poco a poco volvía a darle esperanzas y ganas de vivir.

Él sin embargo, parte necio y parte caos interior, quería seguir corriendo a pesar de necesitar ir despacio, seguía sintiendo como el tiempo se le iba y ella le instaba a frenar. Cuando frenó no obstante ella había quedado atrás de nuevo, ¿Que podía hacer? siempre hacia lo mismo, dejaba que la gente se alejase de su vida, pero esta vez no, esta vez quería conseguir llegar a la meta, ¿que encontraría allí? esa respuesta estaba en los labios de otra persona, sin embargo, él estaba decidido, esta vez iba a ganar o morir intentándolo. Y todo se lo debía a ella.

domingo, 25 de octubre de 2009

Blues a medianoche







Puerta discreta
Espacio opaco
Blanco humo
Luz de naranjas.
El lobo con sombrero,
cuadro de negro marco,
velero en el azul,
pinceladas en mi mente.
Una barra y simple sala,
escenario en espera.
En ese viejo callejón,
estaba
El Harlem jazz club.

Voz potente y sensata
que impacta a la primera.
Dos guitarras
de pequeño contraste;
sonido de alegría y dulzor,
que hacía soñar y sonreír;
Salvajes cuerdas de imán,
esas, alteraban la emoción.
Los picoteos contrabajistas,
huellas del gato Misterio.
Discreta bateria,
dominando a la vez
con calma y llaneza.
Aquellos Músicos
eran los admirados:
A Contra Blues.

La pasión fría de Amenábar

No me considero crítica de cine. Simplemente escribí esto para hablar de una pasión, de un sentimiento más fuerte que el mero gusto, y para compartirlo con el que quisiera. Imagino que recurrí a la frase popular "yo no entiendo de.... pero sí entiendo de lo que me gusta". Algún día escribiré una entrada sólo para esto, desde que empecé la carrera de Historia del Arte han surgido dudas.
El caso es que, ahora mismo, yo estoy utilizando ese enunciado para escudar mis palabras. Si es que es necesario escudarse o dar explicaciones a alguien, parte de mi cerebro se burla de mí. No tengo por qué justificar lo que a mí me agrada, pero tampoco tengo que convertirlo en mi realidad suprema.

Tengo un par de amigos adictos al cine. Adictos en el sentido del disfrute, porque su economía tampoco les permite pasear por las salas muy a menudo. Una de ellos tiene hasta su propio blog de cine, y sus opiniones las valoro bastante. Creo que siempre hablan con conocimiento de causa. Al menos, con más conocimiento que yo.
De modo que espero con ganas que me expliquen toda sus impresiones acerca de Ágora; las positivas, las negativas, todas. Pero como, de momento, no las tengo, he decidido darme un paseo por la incontable suma de páginas web donde la gente habla, critica o recomienda películas. Me ha sorprendido el número de páginas, debo reconocerlo. Como también debo reconocer lo que me gusta que haya personas tan interesadas por el cine, que escriben con cabeza y con corazón a la vez. Es maravilloso pensar en ello.
Así que he paseado por muchos blogs de cine de diferentes servidores. Blogger, blogspot -que creo que son lo mismo-, jimdo, tumbr y un largo número de etc. Todo páginas 'aficionadas', nada de páginas oficiales. Quería saber lo que opinaba la gente, más o menos, parecida a mí. Y bien, como suele ocurrir, me he encontrado de todo. Desde calificativos de 'obra maestra' hasta 'película totalmente desvaída'. Era de esperar, somos demasiadas personas como para estar todas de acuerdo. Además, es bueno que haya variedad. Significa que seguimos vivos.

Se podría esperar de mí, como declarada amante de este film, que sólo leyera las críticas positivas. Sí, parte de mí querría haberlo hecho. Pero no. Pocas cosas tengo buenas, y una de ellas es mi sentido común. Me he parado a leerlas todas. Absolutamente todas.
No me fascina la maravilla por la maravilla y tampoco el horror por el horror. Me explico; quiero saber tanto por qué es la película magnífica como por qué es insufrible. Nada de 'es muy bonita' y punto. ¿Por qué lo es? ¿O por qué no lo es? Quería saberlo, sigo queriendo saberlo. Quiero opiniones fundamentadas, igual que yo tengo la mía.
En este aspecto, me he quedado satisfecha. La gran mayoría de los escritores de estas páginas tenían bune cuidado de analizar detalle por detalle sus críticas, y de explicarlas. Ha habido unas cuantas en las que yo misma les he dado la razón. Evidentemente, tampoco pienso que el film sea perfecto, pero me gusta tanto que, para mí, los defectos se compensan con otras virtudes.

(Breve paréntesis para felicitar a todos aquellos cinéfilos aficionados que documentan, justifican y hacer llegar tan bien todas sus opiniones, ya sean positivas como negativas. Me encanta lo que hacéis.)

En este paseo por la red, he caído en la cuenta de que un número importante de personas coincidía en una idea: la frialdad de Amenábar. La pasión fría, como he titulado esta entrada. Mi cerebro se ha puesto a pensar y a recordar y, efectivamente, yo también pienso lo mismo.

Durante toda la película, Hypatia es fría. Fría como el hielo. No transmite ningún tipo de pasión humana, y a veces da la vaga impresión de estar por encima de eso. Otros escriben que Amenábar tampoco ha sabido imprimir pasión por el conocimiento, pero yo no lo creo así. Hypatia está enamorada de sus libros, de sus instrumentos y de los misterios que todavía no puede desentrañar. Está obsesionada con su filosofía y no ve más allá de ella.
Eché de menos algo más de humanidad en ella, algo más de amor pasional -dejémonos de ñoñerías-. Fue lo primero que le comenté a mi acompañante al salir del cine.
Sin embargo, me parece que esta falta de sentimiento por la raza humana la contrarrestra perfectamente el personaje de Davo. Davo es pasional, es puro corazón y puro fuego. Pocas veces piensa lo que hace o por qué lo hace; se deja llevar. Quizás por eso se convirtió en mi favorito. Es todo corazón. Me encantó el contraste que sufre con el amor y el odio, cuando se ve rechazado y maltratado por la propia Hypatia. Tal vez esto es fruto de mi romanticismo, pero hubiera deseado tanto algo más entre ellos dos... Creo que es porque Davo me transmitió perfectamente todo su amor hacia Hypatia.
En una escena, en concreto, Davo sube al tejado de la casa donde sirve para rogarle a su recién descubierto dios cristiano que no deje que ella sea de otro. Lo pide, lo suplica mil veces. No pueden decirme que ahí no había pasión, que no había sentimiento. Esa escena es, junto con otras dos, mi favorita. Es todo sentimiento. Posteriormente, cuando Hypatia rechaza elegante y fríamente a Orestes, Davo da las gracias a media voz, soltando todo el aire, repetidamente. "Gracias, señor. Gracias, señor. Gracias." Había tanta ternura, tanto amor en ese agradecimiento.

Así que, como conclusión de esta entrada tan larga, me queda decir que, pese a adorar la película, estoy dispuesta a analizar los defectos que otros ven en ella, que quiero entenderlos y llegar a compartirlos. Mi opinión no es más que mi opinión, y querría tener una tan bien formada sobre Ágora como la de otras personas, que con su experiencia me pueden enseñar.

viernes, 23 de octubre de 2009

Segundo muerto


Apago el despertador, paro mi reloj; ignoro lo que tengo delante,
sólo un minuto…

No para hacer el vago sino para pensar.

Cierro mis ojos. Dejo que la música fluya por mis oídos, pienso…

Pienso en personas.
En abrazos, risas, sonrisas, besos, palabras
Café, zumo, batidos
Paseos, caminos, lugares.
La armonía en mis recuerdos.

Llamadlo memoria, nostalgia, pasado, amor, desamor
es igual, no hace diferencia.


Foto: Taiwan, en la costa de Dan-shui. hecha por mi montada en la bici
Marea tras el ocaso, tan descansada como el segundo muerto

jueves, 8 de octubre de 2009

La décima sinfonía

Este es el título de un libro que salió al mercado hace más de un año. Sigue estando en mi lista de espera de libros para leer, desgraciadamente la lista se va hacienda cada vez más larga porque no le hago limpieza, hace tiempo que no leo. Es un libro bastante interesante porque tiene banda sonora, incluye un CD con canciones, las cuales concuerdan con sucesivos fragmentos (o escenas, ambientes) del libro.
La décima sinfonía es una novela escrita por Joseph Galinek. Empieza cuando el superior de Daniel Paniagua, especialista en la obra de Beethoven, le encargan de ir a acudir el concierto privado del compositor Ronald Thomas, la acción se desarrolla a partir del asesinato de Thomas, decapitado y cuando la policía encuentra su cabeza hay una pentagama tatuada encima, todo gira entorno de la décima sinfonía de Beethoven, de duda de si existe o no? El detalle más llamativo al ojear el libro en la librería fue su banda sonora, era la primera y la única vez que había visto un libro con banda sonora, conforme vas leyendo el libro van apareciendo escenas con las cuales concuerdan una canción,
La décima sinfonía es una expression envuelta por misterio, es como si fuera malvado conjuro para los compositores. Desde que Beethoven murió sin lograr acabar su décima sinfonía, sucesivos sinfonistas como Schubert, Bruckner, Dvorak y Mahler, han fallecido al acabar la novena sínfonía, sin poder componer la décima, Bruckner incluso murió antes de terminar la novena. Sobre la maldición de la sínfonía y Mahler, hay una conocida anécdota, Mahler al acabar la octava sinfonía, se vio enfrentado con la siguiente, conocía los casos de los anteriores compositores, que llegaron a la novena sinfonía y él temía morir después de acabarla como ellos, sin embargo quiso buscar remedio para evitar. Lo que hizo fue componer una obra bautizada como “Das Lied von der Erde” ( La canción de la Tierra); esa obra en el fondo sustituía a la novena sinfonía, y de hecho su estructura musical era la exactamente la misma que la música sinfónica. De este modo, el hombre pensó que había vencido la maldición y empezó a componer la décima sinfonía pensando que estaría a salvo, pero poco después de comenzarla, murió, el tampoco había engañado al destino.
Yo jamás he sospechado la certeza de este hecho, hasta que he leído un artículo hoy sobre el asunto, tanto su texto original en ingls como su versión traducida en español, por si ambos no coinciden. Según el autor, no es verdad, porque antes de que Mahler muriera, sólo se conocían siete sinfonías de Schubert y cinco de Dvorak, las otras fueron encontradas años después, de manera que, sólo quedaba el ejemplo de Beethoven, ya que Bruckner no finalizó ni la novena, así, quedaba muy pobre para justificar el argumento anterior y decir que “Mahler temía la décima sinfonía.”
Yo, personalmente no me inclinaría más a ninguna de las dos teorías, porque ambos me han sido interesantes, eso de que encuentran a obras restantes tras la muerte de los maestros de música, suena intrigante. Por otra parte, para qué decir verdadero o falso, si los que lo pueden decir son los mismos compositores, si es que tienen posibilidad de resucitar y si nos contaran la verdad.

sábado, 3 de octubre de 2009

Reflejo de un instante


Brevedad y melancolía…
Una puesta de sol, el mar, un papel y la soledad. Pero no una soledad desagradable… en realidad no se necesitaba a nadie más.
Esa estampa, una postal, un recuerdo gravado en la pupila, dejando huella sin pensar. Y es que ese reflejo de la luz en el agua salada no pensaba, permanecía. Seguramente estaría contemplando a todos los marineros que regresaban a sus cálidos hogares para no enfrentarse a la oscura noche. O puede que le apeteciera darse un baño dejándose admirar por aquel invisible soñador de las nubes.
Tampoco importa, hay un color. Es un color que contrasta con el gélido azul otorgándole el don de mostrar una calidez que llevaba escondida bajo la superficie de sus aguas.
Unas rocas le hacen compañía, como una muralla, como fieles amigas que no se separaran nunca del mar, que vivirán y se transformarán con él, conociéndolo, respetándolo.
Una suave neblina cubre las montañas que se esconden tímidas tras ésta. ¿Qué curioso las intentaría desnudar con la mirada?
Juegan las plantas con la brisa, no se preocupan. Alegres y jugosas plantas que crecéis ante la belleza y el cariño de ojos extraños, un sol misterioso, un mar dormido y unas montañas coquetas.
(Foto hecha por mi misma...)