miércoles, 18 de noviembre de 2009

Té negro aromatizado con rosas

Corría entre mis labios,
atravesaba mi garganta,
la frescura inocente,
sabor a eternidad.

Pintaba melancolía,
bosques coloridos;
y en mi paladar,
la textura aterciopelada.

La marca de carmín,
sellada en la taza
y su creciente aroma,
su calidez amorosa.

Mantenida en mis papilas
encuentro vida,
históricas azañas,
fantasia con nostalgía.

Sorbo a sorbo,
ilustraba un nuevo cuento,
la frescura inocente,
sabor a eternidad.

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