miércoles, 28 de octubre de 2009

Ella

Cuando, limitada por mi propia incertidumbre, mi mente se desquicia
y cuando mis ojos perdidos no pueden sostener una mirada calmada,
cuando mis pulmones carrasposos, se ahogan en la atmósfera viciada
y cuando mis doloridas manos sueltan la vida ferozmente aferrada.

Cuando relajo mis pasos y miro más allá de mi propia desgracia
me doy cuenta que he sido un niño malcriado, llorando
por un juguete roto, sin querer darme cuenta que una caída
solo es una nueva oportunidad para seguir poco a poco mejorando
caminando, solo si es necesario, haciéndose grande y fuerte
pero soy, siempre lo he sido, bastante inconstante e impaciente.

Así, mientras el día avanza, con mi cabeza dando vueltas,
con las manos temblorosas, los ojos vidriosos y las piernas sueltas
la lúcida calidez de su razón atraviesa mi estado de espera
y lentamente, sin pausa, me saca de estas eternas noches en vela.

Susurra motivos y razones, conflictos y soluciones
pero hasta que no lanza una flecha directa,
que seria capaz de hacer añicos cientos de corazones
no me hace ver que está al alcance la meta.

Ahora, cuando mis demonios me hablan, aprendo a callarlos
cuando me gritan mis inseguridades, las aferro fuertemente
y las utilizo en mi favor para al llegar a los obstáculos saltarlos
usando, corazón, cuerpo, espíritu, esperanza y mente.

Así, titubeando como un bebé que aprende a caminar llego hasta ella
sin saber si será capaz de sostenerme, y darme el cobijo necesario
o si seré demasiado complicado para que pueda estar presente, aquí
y se vea arrastrada, por la vorágine como si fuese un caudaloso río.

Segunda victima de un solo corazón, o primera enfermera para las múltiples heridas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario