lunes, 26 de octubre de 2009

Reflexión

Era una noche fría y oscura, la cabeza le dolía, el alcohol había causado estragos en sus pensamientos y estos insistían en rodar a la deriva en su onírico mar, terminaba otro día más, triste, gris, como tantos otros había conocido antes y conocería más tarde.

Los ojos le escocían, pues había estado recordando tiempos mejores, y eso siempre inevitablemente le hacía llorar, ya no se hundía en el océano tormentoso que formaban sus recuerdos, pero uno especialmente le tocaba el interior. El recuerdo de ella, esa persona que lo había entendido, lo comprendia y que había dado su propia vida por salvar la de el pobre infeliz que la recordaba como a un ángel espectral que aun a veces invadía sus sueños. Esa noche, sin embargo, sabia que ella no vendría, nunca venia en las noches de borrachera, ahora casi no las tenia pero hubo un tiempo que fueron muy frecuentes, demasiado incluso.

Sin embargo desde hacía un tiempo, había cambiado su vida, estaba menos triste y tenia ganas de pelear por lo que quería, necesitaba cambiar, eso es cierto, nunca acabaría acostumbrándose a que sus pies se enraizaran en un solo lugar, pues siempre se le acababa haciendo pequeño. No obstante pasaban cosas últimamente que le hacían ver la vida de otro modo, volvía a tener la esperanza perdida antaño, se volvía a sentir en parte niño, aunque había pasado ya el cuarto de siglo, y ella estaba allí de nuevo, con otro nombre diferente y otro cuerpo, en otro tiempo, pero con esos ojos severos y profundos para perderse en su sabiduría, y esa luz que cegaba si la mirabas fijamente, y ella poco a poco volvía a darle esperanzas y ganas de vivir.

Él sin embargo, parte necio y parte caos interior, quería seguir corriendo a pesar de necesitar ir despacio, seguía sintiendo como el tiempo se le iba y ella le instaba a frenar. Cuando frenó no obstante ella había quedado atrás de nuevo, ¿Que podía hacer? siempre hacia lo mismo, dejaba que la gente se alejase de su vida, pero esta vez no, esta vez quería conseguir llegar a la meta, ¿que encontraría allí? esa respuesta estaba en los labios de otra persona, sin embargo, él estaba decidido, esta vez iba a ganar o morir intentándolo. Y todo se lo debía a ella.

2 comentarios: