viernes, 11 de septiembre de 2009

La importancia de sonreír

Dar un paseo por la calle con tranquilidad se convierte en una aventura. Siempre te encuentras gente que anda a toda velocidad, con cara larga, sería; madres persiguiendo a sus hijos/hijas de poca edad, que como ya saben andar se mueven de un lado a otro curioseando, intentando atraparlos con sus manos para que no se escapen y con su comentario de “no vuelvas a…” en los labios deseando salir; jóvenes deprimidos que siempre miran mal; personas de la tercera edad que se sienten solos…


Todos están ahí, y todos pasan desapercibidos. Andamos siempre con cara triste y decaída, sin un gesto amable para la persona que tenemos al lado. Parece que el mundo deba hundirse bajo una ola por que nadie tiene ganas de cuidar un poco su entorno.

Vivimos encerrados en burbujas de cristal y no nos dejamos sacar de ellas, a la gente le mostramos siempre nuestra faceta más neutral, cada día parecemos más robots y menos humanos. Cuando andemos, paseemos, debemos sonreír.


Una sonrisa mientras paseas hace que la persona con la que te cruces quiera también sentirse así, por lo tanto acaba sonriendo. Una sonrisa detrás de otra, mientras se pasea, y acompañarla con una cálida y expresiva mirada. ¡Perfecto!


Se podría crear un efecto dominó y hacer una cadena de sonrisas. ¿Imagináis pasear y contagiar vuestra alegría a ese señor que se siente solo por que nadie le dice nada? Se le podría saludar y sonreír, se apartaría la frialdad que lo está envolviendo.


¿Haríamos entre todos de este mundo, de aquellas calles, un lugar feliz con tan sólo sonreír y mostrar nuestra alegría?

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